VERANO EN ASIA // PARTE 4: BALI

Ya van 15 días de este viaje, y este día decidimos tomarnos un descanso, y llamar a un guía que nos lleve a ciertos lugares claves.

A las 7am nos buscó Wayan por el hotel, y en una Toyota último modelo impecable empezó la jornada. Nos contó que ellos ahorran para comprarse las camionetas, y después, trabajan como guías llevando turistas a los templos. 

Ellos solo manejan, no son "Guías culturales" y aunque callado, después de varios intentos logramos sacarle algo de info.

La primera parada fue el templo de Besakih, la entrada al templo incluye un guía personalizado que te acompaña (pero igual te pide una propina al finalizar). Nuestro guía se llamaba Mané, dijo tener  unos 45, tenía un hijo de 10 y otro de 15, pero el parecía tener 100 años. Piel curtida y boca desdentada, pero una sonrisa inmensa.

Mané, nuestro guía en el templo.

A lo largo del recorrido, nos explicó muchas cosas interesantes sobre el Hinduísmo, que la religión tiene un solo Dios, y que este tiene varias manifestaciones (el Dios creador, el destructor y el preservador), cada uno tiene un color, rojo,blanco y negro.  Ellos le rezan a estas manifestaciones, nunca a Dios directamente.

Los templos, se podría decir que existen en todos los niveles de la vida de los Balineses. Existe el templo principal, después el templo de cada ciudad, después el de cada barrio y por último cada familia, dentro del terreno de su casa, tiene un templo.

Rezan 5 veces al día y lo notable es, que no piden, AGRADECEN. Esta  población es de las más  pobres del mundo, y sin embargo, agradecen. Esa gente tiene algo místico, van en paz, como si detrás de esos movimientos lentos y sonrisas amables escondieran un secreto que solo ellos saben. Tal vez el vivir bien, tranquilos, felices con lo que tienen, sin estar siempre corriendo y queriendo más.

Tal vez descubrieron que el secreto está en el ser y no en el tener...

Fede en el templo de Besakih con el típico sarong.

Templo de Besakih.

Familia en el templo previo a la ceremonia.

Procesión en Besakih.

Balinesas.

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Después de esta experiencia seguimos rumbo a nuestro próximo templo Tirta Empul, el templo del agua sagrada. Un templo de piletones de agua, donde cada chorro representa algo diferente, para meterse hay que ponerse un sarong y luego hacer la larga cola para llegar al chorro elegido.

Tirta Empul, el templo de agua sagrada. 

Terminado el tour en el templo, Wayan nos llevó a comer comida típica, y de ahí partimos a las terrazas de arroz más conocidas e instagrameables de Bali, Tegalalang. Paseamos por las terrazas y me saqué las ganas de subirme a una hamaca gigante y casi rozar las copas de las palmeras (bueno medio exagerada, pero fue increíble).

Las terrazas de Tegalalang.

Terrazas de Tegalalang.

A la tardecita nos subimos a la Toyota de Wayan y partimos rumbo a Ubud donde habíamos dejado la moto. Wayan nos contó que el también tenía un templo en su casa, que rezaban ahí y una vez al año iban a las ceremonias importantes en el templo principal, que su sueño era conocer París y ver la torre Eiffel.

Wayan nuestro guía. Nos mandó la selfie cuando salimos del templo y no lo encontrábamos. 

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Llegados a Ubud, buscamos la moto y nos fuimos a The Lemongrass una villa en las afueras de la ciudad. Su dueño Florian, debía tener nuestra edad, nos contó que le gustaba la paz y la tranquilidad, y por eso había creado ese lugar. Decidimos quedarnos un par de noches más ahí, respirando aire puro, "haciendo nada" y comiendo los mega desayunos que Florian nos preparaba de frutas, panqueques, café y demás.

Los desayunos de Florian.

Ubud es la ciudad de Bali, con más onda hippie chic, pero por esta misma razón, explota de turistas y se pierde un poco la esencia que existe en el resto de la isla.

En Ubud, fuimos al Monkey Forest, una especie de parque lleno de monos. Para mi fue una experiencia traumática, estos bichos que se mueven por todos lados, impredecibles, se te pueden subir a la cabeza en cualquier momento!.

Monkey Forest.

Con nuestra moto rumbo a Canggu el próximo destino. 

Ya queda poco para el final del viaje, por ahora lo dejo acá!

C.

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