[AGRA-LA CIUDAD DEL TAJ]

- agosto 23, 2019

Después de Varanasi, Agra fue un respiro.

Es que uno acostumbrado a la “civilización”, se siente más cómodo cuando hay calles asfaltadas, es así.

Hay veredas. Hay menos puestos y más locales comerciales.

La gente no acosa ofreciendo cosas y dentro de todo se respira algo de orden.

Será la presencia del Taj Mahal. Símbolo del amor entre un emperador mogol y su mujer, que parece transmitir algo de esa mística a la ciudad.

Definitivamente el monumento es la joya de la ciudad. O como su nombre indica la “Corona de Mahal” mujer del emperador.

Una construcción enorme en mármol blanco, perfectamente simétrica hasta en el mínimo detalle.

Tanto amaba la simetría el emperador, que sus 4 lados son iguales, y al frente tiene un espejo de agua para que se refleje generando más simetrías.

El Taj atrae a viajeros de todo el mundo y de la India misma.

Personas de pueblos lejanos que en su vida vieron un occidental.

Y cuando ven uno, le piden una selfie.

Y después llaman a toda la familia para selfie comunitaria.

Y después otros se enteran y esperan a hacer fila para registrar el momento.

Solo los hombres piden foto. Un poco porque son mayoría, y otro poco porque, por mandato cultural, no pueden pedirle a una mujer directamente. Entonces sacan foto disimuladamente o eso creen porque los vemos, es divertido reírse y dejarlos en evidencia.

No se que nos verán. Será el color de piel. La ropa. El idioma. Serán lo que consumen en la tele. Lo cierto es que algo exótico ven, tal vez lo mismo que vemos nosotros en ellos.

Nada más, que no pedimos fotos.

Lo cierto es que piden la foto. Click. Apretón de manos y a otra cosa mariposa.

Creo que es de las interacciones más amenas que tuvimos, lo mismo que compartir con unos chicos, en un parque, un mini partido de críquet. La versión india del picadito argentino.